Los equipos deportivos de alto nivel tratan de anticiparse a cualquier incidente que surja en cualquier momento, sobre todo con sus estrellas. Por esta razón contratan todo tipo de seguros que se ocupen de lesiones, pago de primas por determinadas victorias o indemnizaciones en el caso de que se produzcan daños durante los encuentros. Y no solo durante estos sino también durante los traslados, algunas veces de miles de kilómetros, por lo que contratan también seguros de viaje con los que protegerse, al menos económicamente, en el caso de que haya algún incidente durante los trayectos.
Si bien en el caso de que ocurra un accidente muy grave en el que se pierdan vidas no hay póliza que pueda reponer lo que se ha perdido, estas pólizas tienen al menos un efecto tranquilizador en el subconsciente que produce una cierta sensación de bienestar en los inversores del equipo, los cuales están interesados no solo en que el equipo gane sino en recuperar su dinero con beneficios.
Es cierto que los seguros de viaje son obligatorios y las compañías dedicadas al transporte tienen que contar con ellos dentro de las tarifas de sus trayectos, pero también es verdad que no bastan para hacer frente a las primas millonarias que se exigirían en el caso de que ocurriera algo que retrasara o suspendiera un acontecimiento deportivo.